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La Tierra, año 2013: no hay viajes espaciales más allá de la
órbita terrestre, los robots siguen siendo tontos, no vamos de un lado a otro
en coches voladores ni hay sistemas de traducción automática, no existen los
replicadores de alimentos, seguimos solos en el Cosmos -que sepamos- y
envejeciendo, la gente muere de cáncer y hasta de hambre, el fondo del mar está
tan profundo como hace medio siglo... El futuro, definitivamente, no es lo que
nos habían prometido.
Copias de la memoria
"Es imposible predecir el futuro; todos los intentos de
hacerlo así parecen ridículos al cabo de pocos años", reconocía Clarke en
la introducción de su ensayo. A pesar de todo, en las páginas finales del
libro, presentaba un "cuadro sinóptico del futuro" que arrancaba de
la invención de la máquina de vapor para coger carrerilla hasta finales del
siglo XXI, cuando ya seríamos inmortales.
A estas alturas del futuro pasado de Clarke, habríamos
colonizado otros planetas, dispondríamos de inteligencia artificial, habríamos
descifrado el lenguaje de los cetáceos, tendríamos explotaciones mineras en el
mar y estaríamos a una década de controlar el clima y en la vía de contactar
con extraterrestres, tener minas en los asteroides y ser capaces, hacia 2050,
de hacer una copia de nuestra memoria en algún sistema de almacenamiento. “Si
no podemos evitar que nuestros cuerpos se desintegren, tal vez podamos hacer
otra cosa: sustituirlos cuando aún estemos a tiempo. El sustituto no tiene por
qué ser otro cuerpo de carne, huesos y sangre, sino que bien puede ser una
máquina y que esto represente la próxima etapa de la evolución”, escribe el
autor de '2001: una odisea del espacio'.
La agradable y cómoda estación orbital de '2001, una odisea
del espacio' (1968)
Lamentablemente, el ser humano sigue con los pies en la
Tierra y nada hace pensar que eso vaya a cambiar en décadas. "Yo tengo un
trauma personal. Estudié ingeniería aeronáutica, ingeniería nuclear e
ingeniería aeroespacial tal vez por haber leído ciencia ficción. Abrí los ojos
al mundo en los años 50, soy de 1948, y entonces la imagen del futuro era el
viaje al espacio. Ahora sabemos que el viaje al espacio no lo vamos a hacer
nunca, y eso es algo terrible", confesaba recientemente el crítico y
editor de ciencia ficción Miguel Barceló en 'Jot Down'. Los sueños de la
conquista del espacio han sido eso, sueños, y no han sido los únicos.
150 o 200 años de vida
"Nuestras mujeres, gracias a una medicación hormonal,
podrán mantenerse jóvenes, hermosas y con buena figura indefinidamente",
auguraba en sus previsiones para 1999 Lowry McDaniel, presidente de la
Asociación Médica de Estados Unidos (AMA), en la apertura de la reunión anual de
la entidad de 1955. Optimista, recordaba que la medicina había avanzado más en
la primera mitad del siglo XX que en los 6.000 años anteriores y eso le llevaba
a pensar, entre otras cosas, que, en 1999, a un hombre de 90 años se le
consideraría "joven" y a uno de 135, "maduro".
Sus previsiones en lo que respecta a la esperanza y la
calidad de vida estaban en la línea de lo que pensaban otros científicos desde
hacía décadas. Así, en marzo de 1925, el 'Chicago Daily Tribune' anunciaba en
un titular que hacia 2000 la mediana edad se situaría en los 75 años y, en
enero de 1926, la 'Charleston Gazette' publicaba una breve nota en la que se
auguraba que serían necesarios controles de natalidad porque "un hombre y
una mujer de 200 años podrían tener, fácilmente, miles de descendientes".
McDaniel creía que, para 1999, las vacunas y los "compuestos
radiactivos" habrían acabado con el cáncer, las enfermedades infecciosas
habrían sido erradicadas, los cirujanos devolverían la vista a los ciegos y la
comida sintética acabaría con el hambre.
Un cartero va de casa en casa con su mochila voladora.
Más realista en lo que respecta a la esperanza de vida,
vistas cómo han ido las cosas, era un reportaje de Associated Press que varios
diarios estadounidenses publicaron a finales de diciembre de 1950. Apuntaba
que, a finales de siglo, la esperanza de vida de las mujeres rondaría los 80
años y la de los hombres, los 85. No íbamos a vencer al cáncer, aunque sí a
envejecer mejor, y la cirugía iba a acabar con cojeras debidas a malformaciones
congénitas. "La poliomielitis probablemente sea erradicada antes de 2000",
vaticinaban los expertos. Hoy en día, se espera que pueda estar totalmente
controlada dentro de cinco años.
En la revista 'Time' en febrero de 1966, se vislumbraba un
2000 en el cual "los órganos artificiales -corazones, pulmones, estómagos-
estarán al alcance de la mayoría" y los avances en la inmunología
"harán posible la generalización de los trasplantes de órganos de donantes
vivos y muertos". Los ciegos verían gracias a radares de bolsillo, los
sordos oirían y las mujeres que quisieran liberarse de la carga del embarazo no
tendrían problemas, ya que la medicina habría avanzado lo suficiente como para
posibilitar que los fetos se desarrollasen fuera del útero. Casi nada.
Hospitales en órbita
'Closer than we think!' (¡Más cerca de lo que pensamos!) fue
una tira ilustrada que se publicó en periódicos estadounidenses entre 1958 y
1963. Aunque no daba fechas concretas, auguraba un futuro próximo, en la línea
del pintado por los más optimistas, en el que habría, por ejemplo, hospitales
espaciales con quirófanos sin gravedad “para el tratamiento de problemas
cardíacos y de otros tipos, así como de enfermedades óseas”. Esas instalaciones
orbitales también dispondrían “de áreas experimentales para el estudio de
terapias a baja temperatura, un nuevo campo de la investigación médica”.
Junto a propuestas, como la anterior, que parecen lejanas y
otras imposibles, como los generadores de antigravedad, en esas tiras había
algunas predicciones que se han cumplido ya. Una de ellas es el
'reloj-televisión de pulsera', superado ampliamente por los actuales teléfonos
inteligentes. Hace cincuenta años, se veía como algo próximo y que “no pasará
mucho tiempo antes de que ese tipo de dispositivos (nacidos para usos
militares) se adapten a usos civiles”. La misma tira sobre la televisión
personal incluía, como ambientación, dos predicciones más que lejanas, la de
los coches voladores y la de una estación meteorológica lunar. Y había otras
con granjas totalmente automatizadas, coches que cambian de color en minutos y
carteros que iban de casa a casa con mochilas voladoras.
En el antes citado reportaje de Associated Press de 1950, se
auguraba la muerte de la radio como medio de comunicación de masas porque, en
los albores del siglo XXI y con la generalización de la televisión en tres
dimensiones -producto de diminutos sistemas de proyección sobre las paredes de
casa-, nadie iba a querer escuchar sin ver. En lo que sí acertaban los expertos
es en que “el teléfono pasará de los hilos a la radio y se equipará con la
visualidad de la televisión”, además de que el dispositivo estaría al alcance
de cualquiera, sería de uso individual y cabría en el bolsillo.
Los hospitales orbitales del futuro cercano de principios de
los años 60
Menos trabajo, mejor vida
¿Se acuerdan de 'Los Supersónicos', la familia del futuro de
Hanna-Barbera, y de Rosie, la robot encargada de las molestas tareas del hogar?
De momento, no hay nada parecido, si exceptuamos unos robots aspiradora que
sirven para salir de apuros. En 1966, se auguraba en 'Time' que la cocina de
hace ya trece años iba a estar totalmente automatizada. Bastaría con diseñar el
menú semanal, meter los ingredientes en los espacios de almacenamiento
apropiados y los ordenadores harían el resto, con brazos mecánicos que
cocinarían y hasta servirían la comida. Luego, otros ingenios mecánicos se
ocuparían de la limpieza y eliminar los desechos.
El mismo reportaje apuntaba algo que es realidad desde hace
tiempo, la posibilidad de hacer la compra sin salir de casa. Se iba a hacer por
videófono -ni se soñaba con algo parecido a Internet-, aunque con una visión
sexista del asunto se apuntaba que, “afortunadamente”, había escépticos que
pensaban que el sistema no iba a cuajar porque a las mujeres les gusta salir de
casa a hacer las compras. “No todo lo que sea posible llegará a ser realidad, a
no ser que la gente lo quiera”. Eso sí, se daba por seguro que “el contenido de
las bibliotecas y otras formas de información o educación se iba a almacenar en
un ordenador e iba a poderse consultar instantáneamente desde casa marcando un
código”.
Para los expertos consultados por 'Time', hacia 1984, se
dedicaría el primer tercio de la vida a la formación, el segundo a trabajar y
el tercero “a disfrutar de los frutos del trabajo”. Además, las máquinas
producirían tanto que la riqueza se generalizaría en 2000 y, entonces, hasta
los desempleados estadounidense dispondrían de una renta gubernamental anual de
30.000 a 40.000 dólares de 1966, entre 200.000 y 300.000 actuales. El físico y
estratega militar Hermann Kahn preveía que esa iba a ser una sociedad sanamente
degenerada orientada totalmente hacia el placer. Otros futuristas eran
pesimistas porque, según ellos, la responsabilidad y realización personal solo
se lograba a través del trabajo.
El futuro presente no se parece mucho al optimista de hace
unas décadas. Aunque en los países desarrollados, incluso en una crisis como la
actual, se viva mejor que entonces, ni hemos conquistado el espacio, ni vencido
a la enfermedad, ni nos hemos librado de las tareas domésticas. Por lo menos,
no en la medida soñada. 2013 no es lo que iba a ser. Por fortuna, aunque quedan
seis años, tampoco parece que vayamos a vivir en un mundo como el de 'Blade
runner' o cualquier otra visión postapocalíptica. Pero esa es otra historia.