10 novelas de ciencia-ficción llevadas al cine (1)

visto en ign.com
Blade Runner (1982)
Muchos increpan a Ridley Scott que no haya vuelto a brillar como en los inicios de su carrera, cuando firmó consecutivamente tres obras maestras del calibre de Los duelistas, Alien y Blade Runner. Esta última, basada en un breve cuento dePhilip K. Dick titulado ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, fue tachada en su día de bodrio petulante y paja mental con ínfulas de trascendencia; el tiempo pone a cada uno en su lugar. La narración aporta detalles interesantes a la trama del film, como los problemas familiares de Deckard o el pasado de Tyrel.

2001: Una odisea en el espacio (1968)
Muchos pensaréis: ¡2001 fue antes película que libro! Y así es, pero una y otro parten de un relato breve de Arthur C. Clarke que lleva por título El centinela y se encuentra entre los relatos más logrados del autor inglés. La novela aclara muchos de los puntos que la película de Kubrick esboza con ideas visuales, como el origen del monolito y su función, y añade además interesantes subtramas argumentales, caso del plan de China para hacerse con el monolito. Clarke siguió exprimiendo el filón con hasta tres continuaciones más de las que solo la segunda, 2010: Odisea dos, llegó al cine. 
Minority Report (2002)
Un Spielberg en forma se fijó en un olvidado relato de Philip K. Dick para dar forma a esta contundente reflexión sobre el sin sentido de las estrategias preventivas aplicadas por las fuerzas del orden, en este caso una unidad de la policía del futuro conocida como Departamento PreCrimen. El libreto de Scott Frank y Jon Cohen dulcifica el tono del cuento y prescinde del humor negro de Dick, pero a cambio se atreve a establecer un paralelismo obvio entre la flagrante violación de derechos que constituye detener a alguien sin pruebas y la guerra preventiva contra el Irak de Sadam Hussein.  

Desafío total (1990)
De nuevo Philip K. Dick, aquí en manos de un Paul Verhoeven que entendió a la perfección la mala leche y el profundo nihilismo del escritor norteamericano. A partir del grotesco cuento Podemos recordarlo por usted al por mayor, el director de RoboCop lanzó a Schwarzenegger a una aventura espacial que juega maravillosamente con cuestiones como el conflicto de identidad, la delgada línea roja que separa la imaginación de la realidad y la brecha social (y moral) entre ricos y pobres. El remake protagonizado por Colin Farrell en 2012 es un título reivindicable. 
Dune (1984)
A cuadros se quedaron los fans de la saga de Frank Herbert cuando vieron el monstruo de Frankenstein creado por David Lynch. Montada y remontada mil veces, el director de Terciopelo azul jamás quedó satisfecho con el resultado de un guion que él mismo había escrito a partir del abundante material literario de Herbert. El universo de Arrakis está mejor adaptado en dos miniseries actuales, Dune (2000) e Hijos de Dune (2003), de las que quizá Juego de tronos tendría que admitir más de un parecido. 

El atlas de las nubes (2012)
Los Wachowski no levantan cabeza en taquilla desde que ¿finiquitaron? Matrix, pero creativamente están más activos que nunca. Buena prueba de ello es la adaptación, junto con Tom Tykwer (El perfume), de la monumental novela de David Mitchell. Hablamos de una narración multivectorial que reflexiona sobre las consecuencias de los actos individuales a partir de un entramado de líneas argumentales ubicadas en distintos planos temporales. La potencia de sus imágenes la convierte en una de las cintas más infravaloradas del pasado curso.  
Fahrenheit 451 (1966)
El maestro Ray Bradbury tuvo mala suerte con las adaptaciones de sus obras más representativas. Prácticamente solo se salva de la quema (chiste fácil) la adaptación que dirigió François Truffaut de Fahrenheit 451, encomiable carta de amor a la lectura y crítica feroz hacia los totalitarismos y el aborregamiento de las masas. En un futuro cercano, los bomberos no apagan fuegos sino que dedican sus esfuerzos a quemar libros, pues pensar es un acto criminalizado y prohibido por el gobierno. No tiene la fuerza de la novela, pero su evocador final reproduce el mensaje de la misma.

Yo, Robot (2004)
Otro autor gafado por el cine fue el gran Isaac Asimov, tremendo escritor, científico, pensador y humanista que se fue demasiado pronto de este vulgar mundo. Will Smith le echó el guante a una de sus sagas más potentes, Yo, Robot, aunque los resultados distaron años luz de los planteamientos filosóficos y morales del autor ruso. Huérfana de esa profundidad dramática, la película trata de mantener el tipo como cinta de acción, pero ninguno de los protagonistas cree en lo que hace y se limitan a componer gestos de circunstancia. Una pena. 
Guía del autoestopista galáctico (2005)
¿Genialidad o locura? Depende del día o de lo que uno haya bebido, porque esta adaptación de la obra de Douglas Adams es una rayada muy seria que provoca sensaciones encontradas. Vale que la novelita iza la bandera de la anarquía y el cachondeo, pero montar una película sin ningún sentido de lo que se quiere contar es jugar con fuego. Quizá el director Garth Jennings tendría que haber llamado a Terry Gilliam. Queda como curiosidad ver a Martin Freeman articulando mohines antes de convertirse en el Watson del nuevo Sherlock y en el Bilbo del Hobbit.

El juego de Ender (2013)
Tras años paseándose por los despachos de medio Hollywood, la empresa de efectos especiales Digital Domain, propiedad de James Cameron, se lanzó a la aventura de adaptar la novela homónima de Orson Scott Card. Militante mormón y acusado de homófobo por algunos sectores de la industria del entretenimiento, lo cierto es que el escritor norteamericano es uno de los autores sci-fi más reputados del mundo, ganador de varios premios Hugo y Nebula a la mejor novela de ciencia ficción. La saga de Ender, larguísima, supera los diez títulos.

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