Crítica de cine: "Día de perros" (1984) de Yves Boisset
La década de 1980 fue un momento de redefinición para el cine francés. Con el auge de los blockbusters estadounidenses y el declive del polar (aquel subgénero de cine negro que había dominado los 70), los realizadores galos se vieron obligados a explorar nuevas formas de conectar con el público. Entre ellos, Yves Boisset —reconocido por su cine comprometido y de género— intentó mantenerse fiel a su estilo, combinando crítica social con narrativas criminales.
En ese contexto surgió Canicule (1984), estrenada en España como Día de perros, adaptación de la novela homónima de Jean Vautrin. Lo que en papel prometía ser una mezcla intrigante de thriller rural, violencia extrema y humor negro, se convirtió en un proyecto irregular y fallido que, no obstante, resulta curioso dentro de la filmografía de sus participantes.
La historia sigue a Jimmy Cobb (Lee Marvin), un veterano ladrón estadounidense que huye a la campiña francesa con una maleta llena de dinero tras un robo fallido. Herido, encuentra refugio en una granja aparentemente tranquila, solo para descubrir que la familia que lo acoge —lejos de ser hospitalaria— está plagada de perversiones y desequilibrios.
La premisa tenía potencial para convertirse en un thriller de tensión sostenida o incluso en una comedia negra inolvidable. Pero Boisset opta por un enfoque caótico que mezcla géneros sin lograr integrarlos de manera coherente. El resultado es un relato errático, sin tensión real ni cohesión dramática.
Uno de los mayores lastres del filme es su ritmo: la narración avanza con pesadez, sin urgencia ni progresión clara. La música de Francis Lai —a pesar de su renombre— resulta intrascendente, a veces incluso fuera de tono, y no logra dotar a la película de una identidad sonora distintiva.
Los personajes, por su parte, son tan peculiares como superficiales. El niño Chim (interpretado por David Bennent, recordado por El tambor de hojalata) tiene un comportamiento retorcido e impredecible, pero nunca se desarrolla más allá del efecto grotesco. La tía seductora que encarna Bernadette Lafont parece extraída de otra película, y la mezcla de humor negro con sordidez sexual no termina de cuajar.
En el papel protagonista, Lee Marvin aparece cansado y apagado. A sus casi sesenta años, y con su salud ya deteriorada, Día de perros fue una de sus últimas apariciones en pantalla. Aunque su presencia conserva algo del magnetismo que lo convirtió en un ícono del cine de acción, aquí transmite más agotamiento que amenaza.
Curiosamente, Marvin hace el esfuerzo de decir parte de sus líneas en francés, lo que habla de su compromiso profesional pese al evidente desinterés general que transmite el filme. Su personaje, que debería ser el centro emocional y narrativo, queda desdibujado por una puesta en escena que no le da espacio ni profundidad.
Conclusión: Día de perros es una película ambiciosa en concepto, pero fallida en ejecución. Con elementos de exploitation, sátira social y thriller psicológico, Boisset tenía entre manos un material ideal para una obra provocadora. Sin embargo, la cinta no alcanza el impacto que su historia prometía.
(+): Argumento interesante. Destaca la actuación de David Bennent como el inquietante Chim.
(–): Ritmo lento, música sin fuerza, personajes desaprovechados, tono inconsistente y una premisa que no alcanza su potencial.