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Las emociones son universales y también lo son las
sensaciones que nos producen en el cuerpo, sea cual sea nuestra cultura. A un
occidental consumista le hierve la sangre cuando presencia algo que le molesta
profundamente de igual manera que a un asiático espiritual zen. A todos se nos
enciende o apaga el cuerpo de la misma manera cuando nos emocionamos:
Es la conclusión de un equipo de neurocientíficos liderados
por el ingeniero en biomedicina Lauri Nummenmaa de la Universidad de Aalto.
Para deducirlo hicieron un experimento, que publican en la revista de la Academia de Ciencias
Americana. Reclutaron participantes de dos culturas con marcadas diferencias,
occidentales suecos y finlandeses y asiáticos taiwaneses. Los científicos les
provocaron emociones, o al menos se las recordaron, a través de imágenes,
vídeos, películas, historias, palabras y expresiones faciales. Y les pidieron
que colorearan en siluetas del cuerpo humano las partes en las que sentían
alteraciones cuando sentían una emoción concreta. Ambos grupos y casi todos los
participantes coincidieron en resaltar las mismas zonas.
En la imagen podéis ver en rojo las zonas que se activan y
en azul las que se quedan especialmente inertes. ¿Coinciden con las vuestras?